Como parte de las tareas de difusión del la obra de Kristian Krekovic, el Centro de Amigos del Museo realizó una visita explicativa de parte de la obra expuesta del artista croata.
Nuevamente a cargo de su presidente don Arturo Lope y López de Rego y de su secretario, el Centro Hispano-Americano Amigos del Museo Krekovic, llevó a cabo una invitación a asociaciones latinoamericanas y casas regionales de España en Mallorca, para visitar el museo y destacar, además de detalles importantes de algunas pinturas, detalles a la sazón poco conocidos por el público en general, la personalidad del artista como paradigma del emigrante.
Kristian Krekovic, como se sabe, nacido en Croacia, en la ciudad de Koprivna, provincia de Bosnia,
ve destruida su ciudad, durante el transcurso de la guerra mundial, que tanto daño y destrucción provocó en Europa.
Como no es el caso de llevar adelante en éste artículo una biografía del pintor, sino lo que interesa es poner de relieve, la realidad de la guerra, con la secuela de personas desplazadas y hogares destruidos, lo convierte en un emigrante paradigmático, hecho que se refleja en especial en una de las pinturas expuestas y en la que el presidente del centro de amigos del museo, se detiene, mostrando la huída de Krekovic y su esposa Sina, llevando algunas, pocas pertenencias, junto a otros refugiados, que como él se convirtieron en víctimas inocentes del hecho bélico.
Tal vez por éste motivo, el dolor que le provoca la situación, es que éste hombre tan notable, se convierte en un firme y generoso defensor de la paz mundial, convirtiéndose en amigo personal de aquel otro defensor de la no violencia que fue el Mahatma Gandhi.
Por otra parte, el hecho de su traslado en 1930, a Perú, donde decide dedicarse a buscar en los Andes, a miles de metros de altura, los tipos más puros de la raza indígena y esa admiración que hacia ésta profesa, lo llevan a convertirse para el gobierno de éste país en un ciudadano ilustre, teniendo el honor ser así ser considerado. Nuevamente aparece otra ciudadanía en la vida del pintor.
Por último y en relación con los días finales de la vida física de Krekovic y digo física, pues afortunadamente tenemos ese museo, que nos permite continuamente recrear su espíritu a través de su obra, lo observamos en su llegada en 1960 a Mallorca y estableciendo aquí su residencia definitiva, hasta su muerte en 1985 y constituyendo de alguna manera por éste hecho, otra ciudadanía más, en la vida de éste ser signado por la ausencia de la suya propia a la postre la definitiva.
Por éstos motivos aquí comentados, que no tienen otro objeto que el de destacar algunos de los hechos que llevan a algunas personas de nuestro ámbito, a mencionar a quién tanto el arte de la isla debe, ya sea por su pintura, como por el legado físico y cultural que a Mallorca hizo, como un emigrante ejemplar, no el único, pero si uno de los muy cercanos a nosotros.
Si en alguna oportunidad existe la posibilidad de que esto se plantee, de que se hiciera un cuadro de honor de la inmigración, no se debe olvidar, a Kristian Krekovic, su vida y el valor de su pintura e ideas.
Carlos Altieri
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