domingo, 30 de septiembre de 2007

KRISTIAN KREKOVIC – reseña histórica


Hijo de un guardia forestal, a la sazón jefe de Bosque y de Caza de la Corte de Viena, nace el 28 de Febrero de 1901 en la ciudad croata de Koprivna, provincia de Bosnia, en aquellos tiempos bajo dominación austro-húngara.

Amante de la pintura desde la infancia, es en Viena donde descubre a los grandes maestros y se define su vocación, para costearse la enseñanza artística, trabaja en los más duros y penosos empleos, terminados sus estudios en al “Academia de Viena” se traslada a París donde completa sus conocimientos en la Escuela de Bellas Artes.

En 1925 expone en el Salón de Artistas Franceses de París, donde sólo se permitía exponer a artistas consagrados, y en 1928 obtiene la medalla de oro y diploma de honor en la exposición de Arte Internacional de Burdeos.
En este mismo año queda impresionado por la exposición que el arqueólogo peruano Julio Tello, realiza en el Museo del Trocadero de París, sobre los últimos hallazgos de las civilizaciones pre-incaicas.
Se traslada al Perú en 1930 y se dedica, acompañado luego de su esposa Sina, a buscar el los Andes, a 3 o 4.000 metros de altitud, los tipos más puros de la raza indígena. Entra así en contacto con las civilizaciones precolombinas, con el imperio Inca.
Completa su información en las Bibliotecas y en los museos peruanos y obtiene permiso de las autoridades para utilizar los trajes, joyas y demás ornamentos a fin de resucitar en sus lienzos un pasado prestigioso, las civilizaciones Incaica y PRE-incaica.

Durante los años 1955-58 con el patrocinio del gobierno Peruano su obra, bajo el título de “Pasado y Presente del Fabuloso Perú” recorre Estados Unidos, España y Austria con gran éxito de público y crítica.

Prestigioso retratista, es llamado por soberanos y príncipes para realizar su retrato, así la Reina María de Inglaterra, el Rey Gustavo V de Suecia, Alejandro de Yugoslavia, María de Rumania, y otros.

Generoso humanista y defensor de la paz mundial, fue amigo personal de Gandhi, cuyo retrato esta expuesto en Museo junto con sus “Proyectos para la Fraternidad Universal”.

En 1975 hace entrega a Su Santidad el Papa Pablo VI de dos cuadros de la Virgen de la Paz que se pueden contemplar en el Vaticano.

En 1960 llega a Mallorca y elige la isla como residencia definitiva, falleciendo en su casa de Palma el 21 de Noviembre de 1985.

En estos veinticinco años, estudia en profundidad la cultura española y balear, reflejando en sus pinturas los hitos más sobresalientes de nuestra historia y costumbres.

El Museo fue inaugurado por SM. la Reina de España Doña Sofía el 4 de Septiembre de 1981
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PRESENTACIÓN, por José A. de la Valle

(Con motivo de la exposición en Lima de 1954)

EL ARTISTA
Con su chaqueta de pana y la oscura boina cuida sobre la amplia frente, evoca un perso­naje de la bohemia romántica. Pero, lo hace sólo en la apariencia. No tiene de éste la indolencia, la perezosa búsqueda de un impreciso motivo para la creación artística ni recurre a la acción de los estimulantes artificiales para materializar su obra. Todo lo contrario. Es hombre ordenado y labo­rioso que trabaja mientras la luz se lo permite, manteniendo su energía con repetidas tazas de café y algunas frutas. Tiene más la contextura física de un escultor que de un pintor. Por eso, quizá, su obra pictórica tiene un volumen escultural y sus pinceladas adquieren relieve de martillo y de es­coplo.
Su concentración y su silencio inducirían a creer que es un espíritu hosco u orgulloso. Pero, es que lo ensimisma el pensamiento creador, que, por momentos lo sustrae del medio que lo rodea. Podría decirse, más bien, que es un espíritu tímido. Cuando se halla rodeado de amigos, que sa­ben comprenderlo y logra liberarse de la tensión creadora, es en cambio, comunicativo, locuaz y alegre.
Como en la mayor parte de los artistas genuinos, el impulso de la vocación artística fue más fuerte que los consejos familiares y la apreciación materialista del sentido de la vida. Sus libros de ciencias económicas y contables quedaron olvidados, muchas veces, sobre los bancos de los museos, mientras el que debía estudiarlos, paseaba por sus salas admirando los obras de los pintores de todos los tiempos que contenían.
Su aprendizaje de pintor fue doloroso y amargo. Un solo pan endurecido fue el alimento de muchos días y para adquirirlo debió trabajar para los porteros de los edificios de Viena lavando las ventanas y escaleras. La peluquería era lujo que no podía permitirse y los cabellos largos y la barba crecida, unidos a su palidez de hambre, diéronle una extraña apariencia nazarena.
Pero, su tesonero amor al arte y su voluntad sin desfallecimientos, condúcenle al
triunfo.
Sus serios estudios en las Academias de Arte, de Viena y de París, le dan la sólida técnica, que sabe adaptar a su temperamento y concepto del arte. Triunfa en las diversas exposiciones que realiza en Europa.
La apreciación de la capacidad del contenido filosófico y social de su obra, induce a Gamillo Mauclair, a considerarlo como "uno de los más grandes pintores de nuestro tiempo". Conceptos igualmente favorables merece de los críticos de las capitales en que exhibe sus cuadros.
Su reputación hace que se le encomienden composiciones murales para edificios públicos y residencias particulares en varias ciudades europeas. Ante su caballete de pintor reputado, posan para su retrato, reyes y personajes de fama mundial.
La ciega acción destructora de una bomba durante la segunda guerra mundial destruye toda su obra realizada en largos años de labor. Pero, ello si bien lo entristece, le da nuevos estímu­los para reponerlo en una desesperada lucha por la recuperación del tiempo perdido. Abandona Croacia, su tierra natal, eglógica y rebelde en la cual dejó su corazón dolorido.
LOS MOTIVOS DE SU NUEVO ARTE
A la difusa luz de una sala del museo antropológico, descubre el artista, aprisionada entre dos cristales, una tela de Paracas. Lo deslumbra el arte de sus motivos decorativos, el ¡oven brillo de su colorido milenario. Y siente el fuerte impulso de visitar el país en que se ha producido tan maravillosa expresión de arte, de revivir en sus cuadros las culturas y los hombres que supieron crearlas.
Cumpliendo tal propósito, viaja al Perú, y, durante tres años, lo recorre en toda su extensión, estudiando los rasgos característicos de los hombres descendientes de esas culturas, Ios ambientes en que ellas se produjeron y documentándose en los museos públicos y particulares acerca de su ce­rámica y su textilia, sobre su arte y sus costumbres.
Fruto de tan acuciosa investigación étnica y cultural es la Muestra de cuadros que presenta Kristian Krekovic.
Otros pintores —nacionales y extranjeros— habían ya tratado el tema indígena, pero nin­guno lo había hecho con el verismo y la dignidad de éste. Había más de imaginación que de isa-lidad en el tipo étnico y el atuendo de los indios de las culturas desaparecidas y, en cuanto al indígena actual, no fue tratado en lo que él representa de expresión viva y actual de altísimas culturas, sino en lo que tiene de disminuido por el alcohol y la coca y la explotación del cacique o gamonal lugareños.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Ciudadanos de asociaciones latinoamericanas, han disfrutado de una visita guiada en el museo Krekovic

Como parte de las tareas de difusión del la obra de Kristian Krekovic, el Centro de Amigos del Museo realizó una visita explicativa de parte de la obra expuesta del artista croata.

Nuevamente a cargo de su presidente don Arturo Lope y López de Rego y de su secretario, el Centro Hispano-Americano Amigos del Museo Krekovic, llevó a cabo una invitación a asociaciones latinoamericanas y casas regionales de España en Mallorca, para visitar el museo y destacar, además de detalles importantes de algunas pinturas, detalles a la sazón poco conocidos por el público en general, la personalidad del artista como paradigma del emigrante.
Kristian Krekovic, como se sabe, nacido en Croacia, en la ciudad de Koprivna, provincia de Bosnia,
ve destruida su ciudad, durante el transcurso de la guerra mundial, que tanto daño y destrucción provocó en Europa.
Como no es el caso de llevar adelante en éste artículo una biografía del pintor, sino lo que interesa es poner de relieve, la realidad de la guerra, con la secuela de personas desplazadas y hogares destruidos, lo convierte en un emigrante paradigmático, hecho que se refleja en especial en una de las pinturas expuestas y en la que el presidente del centro de amigos del museo, se detiene, mostrando la huída de Krekovic y su esposa Sina, llevando algunas, pocas pertenencias, junto a otros refugiados, que como él se convirtieron en víctimas inocentes del hecho bélico.
Tal vez por éste motivo, el dolor que le provoca la situación, es que éste hombre tan notable, se convierte en un firme y generoso defensor de la paz mundial, convirtiéndose en amigo personal de aquel otro defensor de la no violencia que fue el Mahatma Gandhi.
Por otra parte, el hecho de su traslado en 1930, a Perú, donde decide dedicarse a buscar en los Andes, a miles de metros de altura, los tipos más puros de la raza indígena y esa admiración que hacia ésta profesa, lo llevan a convertirse para el gobierno de éste país en un ciudadano ilustre, teniendo el honor ser así ser considerado. Nuevamente aparece otra ciudadanía en la vida del pintor.
Por último y en relación con los días finales de la vida física de Krekovic y digo física, pues afortunadamente tenemos ese museo, que nos permite continuamente recrear su espíritu a través de su obra, lo observamos en su llegada en 1960 a Mallorca y estableciendo aquí su residencia definitiva, hasta su muerte en 1985 y constituyendo de alguna manera por éste hecho, otra ciudadanía más, en la vida de éste ser signado por la ausencia de la suya propia a la postre la definitiva.
Por éstos motivos aquí comentados, que no tienen otro objeto que el de destacar algunos de los hechos que llevan a algunas personas de nuestro ámbito, a mencionar a quién tanto el arte de la isla debe, ya sea por su pintura, como por el legado físico y cultural que a Mallorca hizo, como un emigrante ejemplar, no el único, pero si uno de los muy cercanos a nosotros.
Si en alguna oportunidad existe la posibilidad de que esto se plantee, de que se hiciera un cuadro de honor de la inmigración, no se debe olvidar, a Kristian Krekovic, su vida y el valor de su pintura e ideas.

Carlos Altieri